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lunes, 18 de abril de 2016

Calzada Romana Benaocaz-Ubrique



La red de calzadas romanas, fueron el elemento estructurador del imperio romano. Eran las precursoras de las vías de comunicación existentes en la sierra, encontrándose muchas de ellas debajo de las carreteras actuales. Otras, como esta de Benaocaz-Ubrique, se encuentran en buen estado de conservación pues nunca ha dejado de usarse.



Esta calzada romana es de tipo secundario, y unía la ciudad de Ocuri con las cercanas de Iptucci, Accinipo y Lacibula, siendo un ramal de una calzada principal que iba desde la ciudad portuaria de Carteia hasta Corduba.


Los restos mas antiguos de la calzada romano-medieval que une Benaocaz y Ubrique datan del siglo I a.C., aunque durante la Edad Media, la calzada se amplió para alcanzar otras poblaciones del área. 



En el momento de su construcción, para la que se aprovechó la favorables orografía que brindaba el corredor natural de la Manga de Villaluenga, fue la vía mas importante del territorio.


Se han podido documentar reparaciones periódicas al menos hasta el siglo XVIII, de lo que se deduce que continuo siendo una vía prioritaria de comunicación entre Ubrique y Benaocaz hasta la llegada de las primeras carreteras.


Durante la época nazarí, la antigua calzada unía los núcleos de población de Ubrique Alto, la desaparecida Archite y Benaocaz. Utilizada hasta nuestros días, se encuentra catalogada en la Carta Arqueológica de Benaocaz.


Camino de piedra por el que viajaron hombres e ideas, ejércitos, mercancías e ingenios y que unía la sierra con las costas gaditanas y malagueñas.


El proceso de construcción de una calzada consistía en varias fases: en primer lugar se delimitaba su anchura mediante dos zanjas paralelas. Posteriormente, era rellenada con una primera capa de piedra en bruto, y una segunda de grava y arena.


Finalmente, se revestía la superficie con piedra triturada o con losas de piedra. Después, serían señalizadas con miliarios, que marcaban las distancias del recorrido.


La erosión del pavimento ha dejado al descubierto los materiales estructurales. A los lados de la vía hay sendas cunetas escavados para la canalización del agua de lluvia que, junto con el sistema de alcantarillado, han evitado las inundaciones y han posibilitado el excelente estado de conservación que presenta.


Para su construcción, lo primero era determinar la rectitud del trazado, de ello se encargaba el agrimensor, utilizando un instrumento denominado Groma, que consistía en dos brazos cruzados a escuadra y nivelados por pesas.

Posteriormente se delimitaban los limites de la calzada mediante dos surcos, que servia para recoger el agua de la lluvia. Entre estos surcos se excavaba una zanja que se recubrían con 3 capas de materiales de diferente grosor, siendo las mas gruesas las de debajo. Estas capas se llamaban Statumen, Nudus y Nucleus y sobre esta ultima se colocaba el Pavimentum, formada por lozas calizas cimentadas con arcilla. Toda las capas eran apisonadas con mazos de hierro.


La calzada romana se encuentra en una zona de altas precipitaciones. Por ello los ingenieros romanos tuvieron que proyectar una serie de obras para evitar que las escorrentías fueran destruyendo los caminos.



A ambos lados de la calzada, se observan las cunetas y de tramo en tramo los aliviaderos. Sin embargo, las obras mas sobresalientes eran las alcantarillas. A través de las mismas, el agua de las cunetas era recogida y se pasaba al otro lado de la vía.

Para construir la alcantarilla, lo primero que se construía era una estructura de madera (cimbra) sobre la que colocar las piedras talladas de forma de cuñas (dovelas) y la piedra mas alta que cerraba el arco y permitía las estabilidad, llamada clave. Una vez terminada la obra la cimbra era retirada.




La calzada pasa por debajo del Salto de la Mora, donde se conserva el yacimiento de Ocuri. Rodeado por una formidable muralla y con importantes obras de infraestructuras como depósitos de agua y conducciones, restos de baños públicos (termas), de casas, del foro y del columbario. Este complejo puede ser visitado desde el punto de información situado en la carretera que une Ubrique con Benaocaz.



En la actualidad, la calzada se convertido en una de las ruta turísticas mas populares de la zona. El recorrido de ida y vuelta tiene unos seis kilómetros, que se pueden cubrir en algo mas de dos horas. 

El paseo es una buena oportunidad para disfrutar de la flora local, que incluye acebuches, algarrobos, retamas y jaras, y la observación ornitológica, con especies como el ruiseñor, el petirrojo y el jilguero. 





Información extraída de los paneles informativos de la calzada romana.

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