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viernes, 1 de mayo de 2020

Cueva del Hundidero


La Cueva de Hundidero, con sus más de cincuenta metros de altura, es espectacular. Toma plaza al fondo de una garganta por la que discurre el río Gaduares o Campobuche. Hace una centuria que construyeron una presa a la entrada de la Garganta, pero la permeabilidad de los terrenos kársticos se opuso al almacenamiento del torrente. Estamos a unos tres kilómetros de Montejaque, junto a la carretera MA-505. Y ésta es la entrada del Sistema Hundidero-Gato, un sistema único de galerías. Estar en la boca es sobrecogedor. Contemplar las moles de piedra impone. No podréis dejar de mirar hacia arriba.



Contemplar y quedarnos perplejos e impresionados ante tanta magnitud rocosa, admirando las caprichosas formas que toman las paredes con infinidad de tonos y luces, invitándonos a la reflexión.





El río Gaduares atraviesa por esta vía toda la sierra para reaparecer por la Cueva del Gato, separada por cuatro kilómetros desde su entrada. Ambas cuevas, Hundidero-Gato, conforman un sistema hidrogeológico único y genuino de galerías que, aproximadamente en un setenta por ciento, está censado en el municipio de Montejaque, siendo Hundidero la entrada (por Montejaque) y la Cueva del Gato (Benaoján), su salida.


Un sendero en descenso entre retamas se puede contemplar un exquisito valle formado por la cuenca del embalse. 
Sobre un espolón rocoso, distintos niveles marcan las capacidades embalsadas de agua. Recorriendo los rebosaderos de esta añeja presa se cruza un arroyo que aboca hacia el fondo del barranco, donde se adhiere al Guadares recluyéndose finalmente en la Cueva del Hundidero. 



A la puerta de la garganta se construyó en los años veinte una presa con la intención de embalsar las aguas del torrente. Habida cuenta de que los terrenos kársticos meteorizados químicamente en sus rocas sobre calizas y dolomías son muy permeables, el agua desaparece a los pocos días a través de sumideros que se abrieron en el fondo del pantano. La empresa constructora instaló toda la cavidad con la intención de ver por dónde se iba y podía circular el agua. 

Una vez encontrada la galería que recibía el torrente, ésta fue taponada con hormigón. El agua buscó otros caminos y la presa quedó abandonada. La existencia de este embalse ha hecho aún más  imprevisible el comportamiento del sistema, ya que la travesía comienza sin agua y, poco a poco, va constituyéndose un gran caudal que puede llegar a hacer inverosímil su periplo.



Referencias bibliográficas: Diputación de Málaga.


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