El Molino de Mareas del Río Arillo es uno de los últimos testigos de la importante red de molinos de este tipo que, desde la segunda mitad del siglo XIII, salpicaban las costas del golfo de Cádiz. Desde Faro, en Portugal, a Cádiz fueron más de un centenar los molinos que aprovecharon las mareas medias de rías, estuarios y marismas, con un nivel de subida y bajada de las aguas que permitieron la construcción de las infraestructuras necesarias para esta industria. El del río Arillo, con doce ruedas, fue sin duda uno de los mayores productores de harina de esta zona.
Se encuentra situado en el término municipal de Cádiz en el Parque Natural Las Salinas, junto a la carretera nacional IV, en el río Arillo. El molino de mareas es un buen exponente de lo que fue la tecnología tradicional de aprovechamiento de los recursos naturales, en este caso de los flujos y reflujos del mar.
El molino de mareas del río Arillo, heredero, como en otras tipologías de rodezno, de una tradición de orígenes grecolatinos, constituye, con sus doce piedras, el mejor exponente de esta tecnología en la costa gaditana.
El ingenio hidráulico aprovecha la circulación del agua sometida a los ciclos mareales.
- En pleamar, el agua es retenida en una especie de embalse cerrado (caldera) por las compuertas molineras que facilita su entrada, pero que impide su salida.
- Con la bajamar, el flujo de la marea es dirigido por unos canales (carcavas) situados debajo del edificio. En ellos se sitúan unas ruedas con aspas (rodetes) que el agua hace girar en su salida.
Las ruedas con aspas transmiten el movimiento, mediante un eje, a una piedra estriada (volandera), que flota sobre otra fija. El grano, depositado en una tolva, especie de embudo, cae en entre ambas, siendo triturado por el rozamiento de las muelas (piedras).
Como es fácil comprender, esta tarea estaba sujeta al horario mareal, lo que obligaba a estar, de noche y de día, siempre atento y dispuesto a aprovechar la energía proporcionada por las mareas.
El molino de mareas se presenta como una alineación de arquerías y tajamares construidos en sillería a modo de puente que recibe el empuje del agua al flujo y reflujo de las mareas. Sobre ella se encuentra una edificación destinada a la molienda, compuesta por dos crujías, una lateral y otra frontal, de mayor longitud, a la que en su extremo derecho se le han adosado construcciones de cronología posterior, y que en planta conforman un ángulo recto. Ambas forman dos de los lados del embalse donde se acumula el agua, que gracias a la diferencia de nivel producida por las mareas, genera un flujo capaz de mover los rodeznos del molino.
Esta construcción data del siglo XVIII y perteneció a la Unión Salinera. En el año 1998 el Ayuntamiento de Cádiz realizó un primer requerimiento sobre el molino, iniciando un expediente de obras de seguridad y ornato sobre el inmueble. La falta de respuesta a los requerimientos municipales derivaron en la expropiación en mayo de 2007.
En los tres años en los que tuvo en su poder el Molino de Mareas, el Ayuntamiento llegó incluso a redactar un proyecto de obras de urgencia, realizó trabajos de consolidación para garantizar su seguridad y aprobó un proyecto de restauración que obtuvo el visto bueno de Patrimonio.
Sin embargo, la Demarcación de Costas siempre se opuso al proyecto municipal, que consistía entre otras cosas en una especie de hotel-casas rurales. Además de ello, en el mes de marzo de 2010 obtuvo la propiedad del inmueble argumentando la condición de que el inmueble se encontraba dentro del dominio marítimo terrestre.
Para salvar el Molino de Mareas de las ruinas las Administraciones afectadas, Demarcación de Costas, Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Cádiz acordaron con la Junta Rectora del Parque Natural Bahía de Cádiz estudiar un proyecto de rehabilitación y de uso tras casi dos décadas de enredo judicial y administrativo.
Referencias bibliográficas: Diario de Cádiz y Junta de Andalucía.
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