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jueves, 9 de abril de 2020

Bosque de Quejigos y neveros


Parauta tiene el corazón dividido entre el atractivo cobrizo del Valle del Genal y la fuerza del Parque Natural Sierra de las Nieves. Con los dos coquetea este pequeño pueblo serrano, declarado municipio ecológico por su respeto al entorno. El municipio se adentra en el Parque por los parajes de Conejeras, La Nava de San Luis, Los Quejigales o el importante Pinsapar del Cerro Alcojona, que constituyen una buena muestra de la riqueza natural de la zona. 

Una especie propia del bosque mediterráneo, el quejigo, se ha hecho fuerte en estos parajes con ejemplares centenarios de singular belleza. Si pudieran hablar, estos árboles recordarían los tiempos de los neveros, entregados a transportar bloques de hielo desde la sierra hasta las ciudades y pueblos cuando no existían los frigoríficos.



El quejigo, roble carrasqueño o valenciano, es una especie de árbol de tamaño medio de hasta veinte metros de altura muy típico de las zonas de clima mediterráneo del Norte de África y la Península Ibérica. Especie autóctona del bosque mediterráneo, florece entre abril y mayo, casi siempre antes que la encina y donde las bellotas maduran y se diseminan (septiembre-octubre).



El quejigo es un árbol semejante a la encina, aunque de follaje caduco y menos denso. Las hojas son de color verde lustroso por el haz y pálido por el envés, con el borde recorrido por dientes poco profundos, a veces punzantes. Sus flores son muy sencillas y van reunidas en grupitos sobre amentos colgantes. El fruto es una bellota cuya cúpula está recubierta de escamas aovadas, algo prominentes en el dorso y de aspecto aterciopelado.



Sus quejigales representan un singular deleite para la vista. Tierra de cabra montés, jabalíes, corzos o conejos, El Parque Natural Sierra de las Nieves participa de varias comarcas de la provincia: Valle del Guadalhorce, Serranía de Ronda y Costa del Sol. El pinsapo abeto y el quejigo de montaña habitan en este paraje en grandes proporciones. Caprichosas formaciones de tierra y especiales composiciones del entorno convierten este territorio en idílico.




Los pozos de nieve, una industria rural en la montaña mediterránea. Desde la antigüedad, la nieve acumulada en la montaña se ha utilizado para enfriar bebidas y alimentos. Con el cambio de costumbres y la mejora de vida de las ciudades, la demanda de este conservante natural creció de tal modo que su comercialización se convirtió en un prospero negocio.

Estos pozos, que el pasado fueron construcciones ideadas para conservar la nieve caída durante el invierno; son hoy ida un testimonio mas del variado patrimonio rural de la montaña mediterránea.








Referencias bibliográficas: Diputación de Málaga y Junta de Andalucía.



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